Cuando todo vuelva al centro,
al centro infinito del corazón.
Cuando habitemos un grano de arroz
olvidado al viento y al sol.
Cuando seamos al fin el silencio,
el silencio estridente y voraz.
Cuando nos trague el vacío de un dios
aburrido del mismo disfraz.
Haré las calles colgantes,
la rosa galante,
la cama y la mar.
Pondré en la mesa cubierto,
capullos abiertos,
azúcar y sal.
Para adornar tu sendero,
cometas, luceros,
harán un collar.
Alumbraré tu llegada
con río y cascada,
corona y cristal.
Para salir a tu encuentro
juntaré los vientos
que irán a silbar.
Serán canción los dolores,
de todos colores
podremos cantar.
De tan pequeño irá el mundo
que en solo un segundo
lo podrás cruzar.
Y nuestro amor el misterio
que ningún imperio
podrá terminar.