La mujer camina en la noche,
sobre la noche,
y por la noche…
Solté velas al viento un día,
en mar abierto me escondía,
la tarde en el pecho clavaba puñales,
estuve desecho hundido en mis males.
Con su delgada sombra múltiple,
hecha de enigmas y adioses.
Bestezuela sortílega,
camino nocturno
de tiempos…
Dejé pasar fuertes tormentas
pa’ ver si alguna me mataba
y cuando creía que ya me había muerto
yo me despertaba en el mar desierto.
El hombre hechizado la descubre
y es extraviado en sus silencios…
Lejana tarde enrojecida
vencido me acerqué a una orilla,
solté al mar la lancha y nadé hasta la arena,
mirando, mirando como se perdía.
La mujer camina en la noche,
sobre la noche, y por la noche,
con una página inconclusa del hombre
Y en el lomo de una estrella
subí a la colina aquella
y el astuto mar, cómo se reía,
pues parado en tu pecho tu ombligo veía.
No comprendes, marinero,
la mujer es un castigo,
cualquier playa, marinero,
es la costa de su ombligo.
Lo comprendes, marinero,
que naufragar es tu destino,
cuando te mate el alcohol
que ese amor muera contigo.
Se hunde la lancha, la chalana.